jueves, 2 de junio de 2011

Participasión

http://participasion.wordpress.com/2011/05/31/la-generacion-15-m-lita-gomez-terron/

La Generación 15 M



Estoy conmovida. Apenas me atrevo a hacer otra cosa que abrir los ojos, dejarme sorprender, alzar mis brazos con las manos agitadas como golondrinas, emocionarme una y otra vez, abrir la boca para unirme a los gritos revolucionarios que se inventaron cuando yo solo era una niña y que me sacan de las tripas las ganas de lucha, mirar a unas y a otros, ocupar el espacio con la conciencia profunda de que esa es la mejor manera de estar en una plaza, reir, llorar…

No puedo hablar demasiado, sacar conclusiones, asumir tareas…porque apenas me atrevo a hacer otra cosa que acompañar.

A mi profundo respeto por esta inciativa revolucionaria, crítica, honesta, clara y plural se suma la nostalgia de lo que tantos y tantas quisimos y no logramos.

No se a dónde se nos fue el mundo que soñamos, el mundo que luchamos.

Algunas cosas cambiaron y suaviza el corazón saber que formamos parte de la conquista: el derecho al aborto, la desaparición del servicio militar obligatorio, la progresiva equiparación de derechos de gays, lesbianas, trans…, mayor sensibilización contra la violencia machista y leyes que hablan de igualdad, movilizaciones contra la guerra …. Cuarenta años de dictadura y casi cuarenta años de una “democracia” -ya no tan joven- llena de luchas cada vez más venidas a menos. Y mientras tanto, las ciudades se llenaron de coches que cerraban las cremalleras de las calles, de edificios que ocupaban los descampados -desaparecieron los canarios en las terrazas, ¿dónde buscar jaramagos?¿cómo escuchar ningún canto entre el ruído?-, de enormes bloques de cemento con pequeñas ventanas enrejadas que sustituían las casas habitables, de jardines vallados, de soportales vallados, de parques vallados, hasta los campos se hicieron vallados (y mira que es difícil ponerle vallas al campo). Algunos espejismos nos hicieron creer que la sociedad del bienestar había llegado y entramos en la trampa como las moscas en la tela de araña.
La precariedad sostuvo un bienestar ficticio basado en el consumo desaforado, el deterioro del planeta, el vivir por encima de las posibilidades, el logro orientado al lucro y la expectativa de que todavía se podía querer y tener más.

Nosotras y nosotros, sus padres y madres, les hemos ofrecido un mundo envuelto en celofán, deteriorado, corrupto, lleno de agujeros negros, de callejones sin salida, de esperanzas muertas.

Niños y niñas educados, en el mejor de los casos, a golpe de agenda, con una vida que a sus 8, 10 o 12 años ya estaba plagada de estrés, de obligaciones, de renuncias: talleres, actividades extraescolares, clases de apoyo, clases de refuerzo, actividades deportivas, actividades lúdicas, actividades varias…obligados y obligadas a reinventar el juego en las pantallas. Niños y niñas para los que la calle ha sido un lugar de peligro en vez de un parque de atracciones, para quienes quedar con sus amigos y amigas pasaba por solicitud de desplazamiento y mamá o papá supervisor, para quienes los dientes eran un soporte de ortodoncia en vez de una trituradora de galletas… Niños y niñas exigidos, exprimidos, protegidos, contemplados y axfisiados por los humos y los humos, por las expectativas y las frustraciones, por los miedos y la inconsciencia.

Y algo habremos hecho bien (o algo se nos ha escapado) para que nuestra impotencia, nuestro miedo, nuestro escepticismo, nuestra pasividad y nuestra frustración haya fertilizado en conciencia, se destile en indignación con causa, en ola de esperanza, en ese grito lleno de confianza, que es capaz de decir con la seguridad de quienes saben: el pueblo unido jamás será vencido.

Indignados e indignadas, la gente joven se echa a la calle y dice, tan claro como el agua: los partidos políticos no nos representan, los bancos vampirizan a la ciudadanía, ¡democracia real ya!.

Y sus padres y madres siguen aturdidos con su derecho al voto, conspirando, manteniendo corrillos ruínes, agitando los papeles vacíos en las urnas vacías, llenando de palabras sin voz las miles de estructuras inútiles, debatiéndose entre una derecha y una izquierda con el mismo aroma a cansancio, a desgaste, a pobredumbre, a mediocridad.
Aquellos y aquellas que dijeron que nada puede cambiar, que hay que buscar el mal menor, que el género humano no tiene arreglo, que todo sigue igual, que los mismos perros con distintos collares pero que más vale malo conocido, que todo es manipulación, que yo me quedo al margen, que yo no entiendo, que yo no quiero saber, que yo paso, que no me creo nada, que yo a lo mío, que me conformo con que me quede como estoy…es importante que vuelvan a subir la cabeza, a escuchar, que estén atentos.

Aquellos y aquellas que somos los padres y madres de quienes hoy dicen que están haciendo una revolución, quienes hemos permitido el imperio del ladrillo, el enriquecimiento de los especuladores, la crisis, las reformas laborales y sociales involutivas, las pérdidas de derechos, los sistemas políticos corruptos y mentirosos, las ciudades y los pueblos no habitables, el deterioro del medio ambiente, los espacios para la incomunicación y el aislamiento de las personas, las injusticias sociales, el abandono y la explotación de las personas mayores, la exclusión y tantas otras pérdidas para la vida humana, la salud y los derechos de las personas, no podemos hacer otra cosa que sostener, que apoyar, que acompañar, que abrir ojos y oídos, que abrazar con toda el alma un movimiento en el que la diversidad, la rebeldía pacífica, el espíritu crítico, la ausencia de banderas, la apertura, la transparencia y la coherencia despierta nuestras ilusiones y esperanzas a un futuro que está empezando.
Con todo mi amor
Lita Gómez Terrón
30 de mayo de 2011

1 comentario:

  1. estas palabras estan cargadas de esperanza, muchas gracias!Salu y Libertad!

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